El vacío sólo tiene mala prensa; es absolutamente necesario ese espacio nulo, como en blanco, a su vez profundo y tan generoso que hasta nos permite llenarlo. Con lo que queramos. Reinventarnos, incluso renacer, desde su centro. A propósito de esto, hace un tiempo acompañé una foto que subí a mis redes con la descripción "Hija del Tao" y alguien me preguntó si lo había leído y si tenía alguna frase favorita. Le contesté que sí lo leí unas veces, que de todos modos lo de hija era más en referencia a que así lo siento y además a una ceremonia en la cual tomé el Tao hace unos años, con unos monjes asiáticos, una especie de bautismo si se quiere, donde se reciben sus 3 tesoros para aplicar en vida y al momento de la muerte para que el alma vuelva a su origen, a la fuente. Le conté además que no es necesario tomarlo más de una vez, pero que me resultó tan maravillosa la experiencia que la repetí. Y para terminar de responder a su pregunta le comenté que eso es algo independiente de las escrituras (aunque de algún que otro pasaje se hizo mención), pero que igual sí tengo un principio preferido que es el de "LA UTILIDAD DE LA NADA". Y es justamente ése el que dejo acá al final, apenas uno de esos oleajes de paz del Tao de Lao-Tse, porque creo que tiene que ver con esta idea de reconocerle su luminosidad a nuestros momentos de vacío, de hacernos conscientes de que eso también somos y de que podemos respirarlo e ir dejándonos entrar, más bien flotarlo y casi desaparecer, y de que también podemos hacerlo tangible, materializar el aire que nos da y entonces salir a ser. Nada de eso y todo eso a la vez. Ser vacío absoluto y absoluto Ser.
"Treinta rayos convergen hacia el
centro de una rueda, pero es el vacío del centro el que hace útil a la rueda.
Con arcilla se moldea un recipiente, pero es precisamente el espacio que no contiene arcilla el que utilizamos como recipiente.
Así, de la existencia provienen las cosas y de la no existencia su utilidad”.
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