viernes, 20 de diciembre de 2013

(#Acto6 #LMyEA) La Musa y el Artista


La temperatura de los cuerpos se dispara y todo lo humedece. El susurro de su presa resuena en los oídos de la diosa de la seducción; su docilidad la conmueve. El ambiente se transforma de modo radical: el blanco de las cortinas parece haberse teñido de rojo pasión, ahora son telones de un escenario en el que cualquier acto puede representarse. Una sensación de ingravidez se apodera del espacio. La musa lo aprovecha, no quiere caer. Levedad pura. Peligrosa a la vez. Tanta liviandad le sienta cómoda, la relaja; y eso, solo puede entregarla a la mejor de las entregas. Del guiño del bretel al susurro en el oído. Del susurro en el oído, ¿a dónde?

 

Esta vez no duda en decir algo. Sin susurrar, porque ella prefiere seguir sonando desafiante:

 

—Y ahora, ¿qué?

 

El artista también se aprovecha de esa levedad, pero no tanto como se aprovecharía de ella. Es cauteloso aún. Todavía sabe medirse. Sabía. La suavidad del cuello de la musa ahora sí le ofrece dar un segundo mordisco a lo que aún no ha probado, y el vigor de su pregunta lo reta a aproximarse para arrancar de un tirón el hilo de distancia que ya casi es nula. Está a punto de acelerar el choque. Estrellarse es cosa de dos y les urge. El estallido es inminente, cuando se oye una explosión.

 

Estalla un ventanal detrás del telón


4 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno.
De esto rescato varias frases que son excelentes, te felicito

Melina Schlosman dijo...

Muchas gracias!!!

Unknown dijo...

Y como sigue???

Anónimo dijo...

👏👏👏👏👏👏👏👏👏