jueves, 20 de junio de 2013

(#Acto2 #LMyEA) La Musa y el Artista



Reina ella, pero no gobierna.
Igual que el rey, igual que la conciencia, igual que los gigantes, igual que los débiles, igual que los que no se hacen cargo —porque no pueden, porque no saben, o porque no quieren—; igual que todos esos virtuosos simuladores del poder.

No, no es que no quieran.
No es que no sepan.
No es que no puedan.
Es que alguien les hizo creer alguna vez que tenían el don de saberse necesarios… pero no imprescindibles.

La musa usa el poder y abusa del don de saberse necesaria, mientras la dosis de ego va haciendo efecto y le susurra al oído cuán imprescindible es, en realidad.
De todos modos, ella hace como si no escuchara, dejándose acariciar por la tranquilidad de saber que el don yace en esa dualidad.

Y tan atrevida e incesante como desconsiderada y fugaz, se dispone a jugar el juego durante el sin tiempo del artista que consiga retenerla en sus brazos, y rellenar con sutileza cada uno de los trazos.

Total, ser musa es una pose —asume como quien no quiere la cosa, aunque con naturalidad— que unos pocos inspirados pueden dominar; acaso logrando inspirar a la musa, hasta hacerla suspirar.

1 comentario:

PISANLOV dijo...

De bufón a majestad, monarca de la soledad, soberano del dolor, desde esa noche soy el rey de los desposeídos...